La odisea de ambas sondas Voyager desde la alineación única de los cuatro planetas exteriores hasta el viaje interestelar.
Una alineación que hizo historia
Era el verano de 1965 y la era de exploración espacial apenas comenzaba; la Unión Soviética había lanzado el primer satélite artificial, el Sputnik 1, sólo ocho antes. Gary Flandro, un estudiante graduado de Caltech que trabajaba medio tiempo en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de NASA en Pasadena, California, tenía como tarea encontrar la forma más eficiente de enviar una sonda a Júpiter o tal vez Saturno, Urano o Neptuno.
El lápiz, la herramienta de precisión favorita de los ingenieros del siglo XX, trazó las trayectorias orbitales de esos gigantes gaseosos y descubrió que a finales de los 70′ e inicios de los 80′, los cuatro planetas exteriores se encontrarían perfectamente alineados, en un camino de perlas para la Tierra, una alineación única cada 176 años.
Esto permitiría usar la asistencia gravitacional de cada planeta para marcar un viaje que podría abrir puertas a nuevo conocimiento.
Comienza el proyecto
Nombrado como el proyecto «Mariner Jupiter/Saturn 1977», aprobado por NASA y con la gestión diaria del Laboratorio de Propulsión a Chorro en Pasadena, California.
Los planes originales comprometían sólo sobrevuelos a Júpiter y Saturno.
Entre el 13 y el 15 de diciembre de 1972, se realizó el primer encuentro científico del grupo directivo científico en el JPL.
Recién en marzo de 1977, el proyecto pasa a llamarse Voyager y que se compondría en dos naves gemelas, las Voyager 1 y la Voyager 2.
Ambas sondas, además de investigar y hacer ciencia en el espacio, serán cápsulas del tiempo que vagarán por el cosmos, portando un disco de oro (cada una), el cual contiene:
- Saludos en 56 idiomas (Revisa aquí)
- Sonidos de la Tierra (Revisa aquí)
- Música de la Tierra (Revisa la lista y escúchala aquí)
- Imágenes del Disco de Oro (Revisa aquí)
- Ondas cerebrales de Ann Druyan
El contenido de los dos discos es el mismo y fue seleccionado para NASA por un comité presidido por Carl Sagan.
«La nave espacial se encontrará y el registro se reproducirá solo si hay civilizaciones espaciales avanzadas en el espacio interestelar»
Carl Sagan
El inicio de la travesía
La primera en lanzarse es la Voyager 2, el 20 de agosto de 1977, con el objetivo de sobrevolar Júpiter y Saturno.
Mientras, la Voyager 1, se lanza 15 días después, el 5 de septiembre del mismo año, con un objetivo histórico, sobrevolar los cuatro planetas exteriores, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.
El día después del lanzamiento de la Voyager 1, la sonda envió su primera imagen de la Tierra y la Luna.
Voyager 1
Júpiter
Un año y seis meses después del despegue, la Voyager 1 realiza su aproximación más cercana a Júpiter, a sólo 278.000 km de distancia, pero en enero del mismo año comenzó a capturar las primera imágenes.
Debido a la cercanía de la aproximación y la resolución disponible, la mayor parte de las observaciones acerca de los satélites, anillos, el campo magnético, y la radiación joviana fueron tomadas en 48 horas, alrededor de dicho acercamiento.
Para fotografiar al gigante gaseoso, se utilizó el Sistema Bicolor Simplificado del mexicano Guillermo González Camarena, para misión a tan larga distancia.
El acercamiento a Ío (18.641,76 km) permitió observar por primera vez actividad volcánica fuera de la Tierra. Dicho descubrimiento fue realizado por la ingeniera de navegación Linda A. Morabito, al examinar una fotografía, varias horas después del sobrevuelo.
En Júpiter, la sonda realizó 19 mil fotografías en un periodo que culminó en abril de 1979.
Saturno
La sonda alcanzó el planeta el 12 de noviembre de 1980, logrando estar a sólo 124.200 km de Saturno.
La Voyager 1 descubrió estructuras complejas en el sistema de anillos de Saturno, consiguió datos de la atmósfera del planeta y de Titán, su mayor satélite natural, del que pasó a poco menos de 6.500 km.
Además, se descubrieron tres lunas: Atlas, Prometeo y Pandora, estas últimas en el anillo F de Saturno, confirmando la teoría de que las lunas de pastoreo tienen que existir alrededor de anillos estrechos para mantener el material del anillos en línea.
Con el descubrimiento de la atmósfera de Titán, para lograr recabar más información de la luna, los controladores de la sonda sacrificaron el viaje a Urano y Neptuno por una mayor aproximación al satélite.
El segundo acercamiento a Titán aumentó el impulso gravitatorio de la Voyager 1, alejándola del plano de la eclíptica y poniendo fin a la misión planetaria.
Voyager 2
Júpiter
Un año y diez meses después del lanzamiento de la Voyager 2, la sonda alcanzó su máximo acercamiento al gigante gaseoso, sobrevolando a sólo 570.000 km de las nubes de las capas altas de la atmósfera joviana.
Las cámaras de la sonda revelaron una atmósfera de hidrógeno y helio cuyas nubes mostraban una dinámica mucho más compleja de lo que se creía. Además, se descubrió que el planeta emite más energía de la que recibe del Sol, lo que podría justificar una intensa actividad atmosférica permitiendo fenómenos como la Gran Marcha Roja.
En conjunto con su gemela, la Voyager 1, registraron alrededor de nueve erupciones en Ío, y hay evidencias de que hubo más en el intervalo de tiempo comprendido entre ambas visitas.
La sonda también reveló que las largas series de estrías que los científicos habían interpretado como fallas procedentes de procesos tectónicos en Europa, se tratan de fracturas en una capa de hielo que cubre un océano interior.
También descubrió que Ganímedes tenía dos tipos de terrenos, uno cubierto de cráteres y el otro estriado, sugiriendo que la costra helada de esta luna pudiera haber sufrido fenómenos tectónicos.
Además, descubrió un pequeño anillo alrededor de Júpiter, así como los satélites Adrastea, Metis y Tebe.
Saturno

El 25 de agosto de 1981 ocurrió el acercamiento más cercano de la Voyager 2 a Saturno, logrando investigar las capas superiores de la atmósfera del planeta.
Las mediciones realizadas por la sonda arrojaron que en los niveles máximos de presión (7 kilopascales) la temperatura era de -203°C (70 kelvin), con la posibilidad de que en los polos la temperatura alcanzará los -213°C.
Tras sobrevolar Saturno, la plataforma de la cámara de la sonda se bloqueó, poniendo en riesgo la continuidad de la misión, pero descubrieron que la causa era el escaso lubricante que llegaba a la plataforma, y la solución fue que no girará a la velocidad máxima, sino sólo a 0,333 grados por segundo y así seguir utilizándola sin problemas.
Urano
La Voyager 2 comenzó su máxima aproximación a Urano el 24 de enero de 1986, sobrevolando a 81.500 km de las capas más altas de la atmósfera.
La sonda descubrió once lunas (Puck, Julieta, Portia, Cressida, Desdémona, Rosalind, Belinda, Perdita, Cordelia, Ofelia y Bianca), estudió la atmósfera del planeta, resultado de la inclinación del eje de rotación (97,77º) e investigó el sistema de anillos de Urano.
Miranda, una de las lunas observadas por la Voyager 2, resultó ser bastante sorprendente, al mirar cañones de 20 km de profundidad y una mezcla de superficie nueva y vieja.
En el caso de los anillos, el sistema de Urano es diferente al de Júpiter y Saturno, pudiendo ser relativamente recientes.
La Voyager 2 descubrió uno de los efectos más sorprendentes de la inclinación del planeta: el campo magnético está inclinado 60º respecto al eje de rotación planetario. El campo magnético es arrastrado por la rotación del planeta siguiendo un movimiento de sacacorchos.
Observaciones de la sonda descubrieron que la intensidad del campo magnético de Urano es semejante al de la Tierra.
Además, se descubrió que la atmósfera de Urano no está compuesto de hidrógeno y helio como Júpiter y Saturno, sino por metano y amoníaco, y los investigadores creen que en su interior puede haber océanos de agua y hielo.
Neptuno

A solo 4.950 km de Neptuno fue la máxima aproximación de la Voyager 2, el 25 de agosto de 1989.
Al ser el último planeta en visitar, la sonda realizó un sobrevuelo cercano a Tritón, estando a solo 39.800 km, de forma similar a como lo hizo la Voyager 1 al sobrevolar Titán.
La Voyager 2 observó una gran marcha en la atmósfera de Neptuno, la cuál según posteriores observaciones del Hubble, habría desaparecido.
Además, descubrió que pese a la lejanía de este gigante de hielo a la radiación solar, Neptuno sorprendió a la comunidad científica con fuertes vientos.
Punto azul pálido y más

El 14 de febrero de 1990, a una distancia de 6 mil millones de kilómetros (4 mil millones de millas) del Sol, la Voyager 1 tomó las últimas imágenes de la misión: el «Retrato de la familia del Sistema Solar», dónde en una serie de imágenes, la sonda captura a Venus, la Tierra, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.
La Tierra es capturada como una «pequeña mota en un rayo de luz solar dispersa», lo que inspiró a Carl Sagan, remarcando la fragilidad y singularidad de nuestro hogar, «un punto azul pálido».
Tras la recepción de las imágenes en tiempo real (14 de febrero de 1990) desde la nave espacial, los ingenieros apagan las cámaras de la Voyager 1 para usar la energía, memoria disponible y velocidad de datos para otros instrumentos en su viaje al espacio interestelar. Lo mismo se hizo la Voyager 2 entre el 10 de octubre y el 5 de diciembre de 1989.
En los límites del Sistema Solar
Voyager 1
El 17 de febrero de 1998, la Voyager 1 superó los 10.400 millones de kilómetros de distancia de la Tierra, superando el récord previamente establecido por la sonda Pioneer 10, diez años antes.
El 13 de septiembre de 2013, NASA comunicó que la Voyager 1 se convirtió en el primer objeto creado por el hombre en alcanzar el espacio interestelar -no en abandonar el Sistema Solar-, aparentemente, lo hizo el 25 de agosto de 2012.
Voyager 2
La sonda Voyager 2, el 13 de agosto de 2012, se convierte en la misión de operación más larga de NASA, rompiendo el récord anterior de operación continua de la Pioneer 6 (12.758 días de operación desde el 16 de diciembre de 1965).
El 5 de noviembre de 2018, la Voyager 2 se convirtió en el segundo objeto creado por el ser humano en alcanzar el espacio interestelar, después de su gemela, la Voyager 1, que lo hizo seis años antes.
Revisa aquí dónde están la Voyager 1 y 2 en tiempo real.
El final de la misión
Debido a lo lejos que se encuentran ambas sondas y lo difícil que es mantener el contacto, todo indica que muy pronto se perderá definitivamente la comunicación con las Voyager.
Otra razón de su inminente término de misión es lo ocurrido con la Voyager 1, que presentó anomalías en uno de sus sistemas, lo que indica un desgaste importante en las naves, que llevan más de cuatro décadas en el espacio.
Los controladores tiene la esperanza de que sigan funcionando hasta 2025, o más, si se dan las condiciones, pero ya desde 2020 se han ido apagando instrumentos para conservar energía para investigaciones más específicas.
Lo cierto es que se acerca el momento en que se silencien para siempre y vaguen por el espacio, como las reliquias de una especie con sed de conocimiento.